La Semana Santa malagueña es famosa en España y en extranjero. El malagueño, con su vivacidad andaluza, su riqueza imaginativa, su exaltación, vive intesamente los días santos. Y cubre a las imágenes de luces, de flores y de pedrería, como obsequio filial, mientras acompañas al Señor ( en figuras barrocas, en las que cada músculo señala una actitud patética) con los pies descalzos, con cadenas o con una cruz a cuestas, siempre bajo el antifaz del capirote, que hace anónima su ofrenda intema. El aire se llena de aromas, y triunfa sobre todos el del azahar, con la cera y el nardo. Este es ambiente en el que surgen las peculiares " saetas", canto único que recoge influencias ancestrales y en el que se mezclan el gregoriano y el flamenco, la seguiriya y el martinete.
Las escenas de la Pasión del Señor son representadas en cincuenta y dos tronos, que desfilan desde el Domingo de Ramos, con la entrada de Jesús de Jerusalén, popularmente llamada "Cofradía de la Pollinica" hasta la Resurrecci´n, con la precisión de Cristo Resucitado, en la que figuran polícromas y fulgurantes las representaciones de todas las hermandades reunidas en la Agrupación de Cofradías.
Como en todo el litoral mediterráneo, se da en la tierra malagueña una flora que se asemeja a la de Tierra Santa, Y esta semejanza se observa, particularmente, cuando llegan los dias de la Pasión del Señor.
En la mañana luminosa del Domingo de Ramos, hay procesiones de fieles, con palmas y olivos, en cada iglesia. Pero la gala visual de despliega por la trade, al salir las cofradías: la de Ntro. Padre Jesús a su entrada en Jerusalén y María Santísima del Amparo, la del Prendimiento, la Hermandad de la Cena, la de la Oración en el Huerto.....
Cristo De La Buena Muerte (Mena)
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